Mucho se ha escrito,
sobre castigos y dolor,
herramientas y aparatos,
que causen flagelación,
sobre sahumerios y velas,
que produzcan buen olor,
sobre contratos, límites
y modos de humillación.
También sobre escenarios,
protocolos y paralización,
pero nadie ha escrito,
con total ensoñación,
cómo siente una esclava,
en íntima relajación,
cuando sola e inmóvil,
espera por su Señor.
La paz la invade toda,
el deseo y la sensación,
la magia de saberse amada
y de amar con devoción,
pero las horas transcurren,
ansiedad y desesperación,
y la calma se transforma,
en agonía y en desazón.
Incertidumbre en su mente,
plaga y lastima su corazón,
no sabe nada de su Dueño,
su verdadera y única Razón,
lo siente cerca, adentro,
está vivo en su imaginación,
ella respira, siente, late,
se nutre, dentro de su Señor.
Pero sus sentidos claman,
por oír sus pasos y su voz,
su piel sedienta, tiembla,
y su sexo, una explosión,
lo necesita en su celda,
estertores de frío y calor,
con miedo por estar sola,
y aislada de su bello Sol.
Nadie ha destinado letras,
sobre la entrega y la unción,
de cuerpo, mente y alma,
con fe, respeto y pasión,
donde el silencio reina,
y las súplicas de perdón,
besan el camino del Amo,
para su gozo y satisfacción.
ålgåmå®înå
noviembre de 2005