Mi
espalda desnuda al sol,
siente
tanto como mi pecho,
constituye
mi eterno regalo,
como tu arpa y sus arpegios...
Cuando
con fuerza me abrazas,
marcan su
superficie tus dedos,
su piel
se conmueve y humecta,
al apoyar
en ella tu ávido sexo...
Se
convulsiona con tu contacto,
tanto
como mis excitados senos,
explota
como tormenta de verano,
con
lluvia, relámpagos y truenos...
Cuando
con apetito me posees,
corre por
la columna el fuego,
el
éxtasis llega como ansioso río,
y juntos
confluimos en el puerto...
Mi
espalda desnuda al sol,
siente
tanto como mi pecho,
es el
otro lado de mi alma,
que
perpetuamente te ofrezco...
ålgåmå®înå
setiembre de 2006