El Sol salió de noche y Navidad,
llegó con sus palabras,
mi sangre galopó por mis venas
y se regocijó mi alma,
mi Señor me regaló un beso
con sus manos estiradas.
Eso produjo en mí, un estertor
de placer en mi garganta,
floreciendo todos mis capullos
que por abrir esperaban,
fue un surtidor de alimento
a mis arterias trasvasadas,
por su amor, por su belleza
y por su bendición, que cantan.
El Sol salió de noche y Navidad
llegó con sus palabras,
mi sangre galopó por mis venas
y se regocijó mi alma,
su ausencia cruel y dolorosa,
se convirtió en noche estrellada,
permitió mi Señor, que su Luz,
dejara atrás mis lágrimas,
momento maravilloso y eterno,
cuando la felicidad cobró alas,
y donde el cielo fue más azul,
la tierra mejor labrada,
y el mar, el infinito mar,
teñido de verde esmeralda.
ålgåmå®înå
diciembre de 2005