Tu cuerpo...

Tu cuerpo, tu cuerpo callado,

tu magnífico cuerpo abierto,

no en actitud de entrega,

preparándose para iniciar vuelo...

Oh, tu cuerpo, invisible humo,

que de mis alas es el Dueño,

desata mis serpientes de seda,

y eriza la piel salobre de mis senos...

Magnitud impregnada de ausencia,

hay pura luz en tu cuerpo,

destinado a inmóvil belleza,

mi súbita sangre es un incendio...

Quedó escondido ante mis ojos,

elevando las manos del invierno,

busco tu rostro, tus pies, tu pubis,

deseando cubrirlos de besos...

Tu bendito cuerpo desnudo,

desata en mí temblor y vértigo,

la más convulsionada reverencia,

sin noción de espacio y tiempo...

Tu cuerpo, tu cuerpo callado,

tu magnífico cuerpo abierto,

altar de mi corazón y de mi carne,

y adoración al alma que lleva dentro!

ålgåmå®înå

marzo de 2006