Te deseo mi Señor, te deseo,
deseo lo que tú deseas,
tu piel cargada de auroras,
recorriéndola poro a poro,
con la humedad de mi boca.
Te deseo mi Señor, te deseo,
postrada y eterna a tus pies
recibiendo los frutos sagrados,
y ansiosa, atada a tus raíces,
con el vapor del agua acumulado.
Te deseo mi Señor, te deseo,
la tierra me mira como si viviera,
te veo con mis ojos enterrados,
con el ardor que siento siempre,
cuando hacia ti extiendo los brazos.
Te deseo mi Señor, te deseo,
deseo lo que tú deseas,
mis pechos están abiertos,
esperando tu fresco manantial,
que alimente la sed del desierto.
ålgåmå®înå
febrero de 2006